lunes, 7 de mayo de 2012

I PROMISE

Estaba de nuevo tumbada en su cama, con la cabeza agachada y un móvil viejo y desgastado entre  las manos. Releía una y otra vez los últimos mensajes. Había aprendido una cosa, algo que ya le venían diciendo desde hace mucho. Pero ella jamás había hecho caso.
- No te fíes de nadie, ni de ti mismo.
-¿Y de ti?
-Mucho menos de mí.
¿Por qué no aplicó ese patrón a todo el mundo?  ¿Por qué confió plenamente en él cuando le dijo “Te lo prometo”?

“Jamás creas una promesa, porque desgraciadamente las personas cambian y no vas a poder fiarte. Y caerás en el error una y otra vez. El mundo está plagado de gente sin personalidad que te suplantará para engañarte y dejarte tirado y ser feliz entre donde tu eras feliz. No caigas de nuevo, no caigas”

Tecleó rápidamente en su pantallita del móvil, guardó. Ahí guardaba sus consejos para el futuro. Aunque jamás hacía caso a los consejos, ni siquiera a los suyos. Volverá a confiar en quién le diga “Te lo prometo” y volverá a sentarse en ese mismo lugar a escribirse otra nota de recuerdo. ¿Cuál será el record? Ella ya llevaba 50.

sábado, 7 de abril de 2012

Ésta soy YO

Yo soy mi armario forrado de etiquetas.
Yo soy esa camisa ancha que se cae sin un cinturón.
Yo soy mi lista de reproducción del móvil.
Yo soy ese vídeo de Youtube que no puedes dejar de reírte al verlo.
Yo soy las películas de Quentin Tarantino y de Tim Burton.
Yo soy Amelie y el Jovencito Frankenstain.
Yo soy esas noches sin dormir por rallarte la cabeza.
Yo soy los Beatles, Queen, Mika y Fall Out Boy.
Yo soy los sueños imposibles jamás alcanzados.
Yo soy AliG, Bruno y Borat.
Yo soy Cómo conocí a vuestra madre y el Doctor Who.
Yo soy shorts vaqueros sobre leggins negros.
Yo soy mis converse rojas con un cordón negro y otro blanco
Yo soy todos esos chicos de los que me enamoré.
Yo soy esos besos con y sin significado.
Yo soy el atardecer en la playa.
Yo soy esos días mirando el mar sin hacer nada.
Yo soy esas ganas de llorar por llorar.
Yo soy la depresión de los domingos por la tarde y de los viernes por la noche.
Yo soy esas noches de fiesta.
Yo soy mi perra Winnie (un maltés blanco).
Yo soy mi peluche del champiñón rojo del Mario Bros.
Yo soy bailar sola en pijama con mis canciones horteras.
Yo soy cantar a voces al son de la música.
Yo soy esos pogos desenfrenados.
Yo soy mi habitación naranja donde me "escapo".
Yo soy mi ordenador viejo con la batería rota.
Yo soy el tono de llamada de mi móvil Fall for You (Secondhand serenade)
Yo soy ese colgante de un candado con forma de corazón.
Yo soy Memorias de Idhún de Laura Gallego.
Yo soy de Host de Stephanie Meller.
Yo soy los poemas de Pablo Neruda.
Yo soy les Luthiers y los Monty Phytons.
Yo soy Death note y Baka to Test to Shoukanjuu.
Yo soy esos momentos de placer.
Yo soy una tarta de chocolate y un colacao caliente con galletas.
Yo soy el manga y el anime.
Yo soy lo que escribo y lo que dibujo.
Yo soy lo que digo.
Yo soy mis amigos y mis amores.
Yo soy esa risa que no te deja ni hablar.
Yo soy mi familia.
Yo soy esos secretos bien guardados.
Yo soy esas fantasías y sueños.
Yo soy despertarme por la mañana y volver a dormir.
Yo soy beber agua después de mucha sed.
Yo soy veladas cantando alrededor de una hoguera.
Yo soy la que se come la cabeza aunque todo marche bien.
Yo soy mis historias inventadas.
Yo soy la que se queda hasta las seis de la mañana despierta únicamente para hablar con EL.
Yo soy todos esos cosplays tan currados.
Yo soy el cielo estrellado.
Yo soy mis canciones al piano.
Yo soy mis sábanas de Winnie de Poo que TAN bien conoces.
Yo soy lágrimas de alegría, de tristeza y de miedo.
Yo soy caminar descalza entre risas después de una tarde de cachimba y alcohol.
Yo soy tumbarme en el césped a seguir buscando cosas raras en el cielo.
Yo soy levantarse a las dos de la tarde en verano.
Yo soy bailar Grease y Cabaret hasta las dos de la mañana.
Yo soy los días de Expos y de abrazos gratis.
Yo soy la risa escandalosa.
Yo soy mis chistes malos y mis juegos de palabras inventados.
Yo soy YO y eso NADIE me lo va a poder arrebatar.

MIRÉ DE NUEVO AL CIELO

Miré de nuevo al cielo. Lejos. Oscuro. Y sobrecogedor.

Me sentí minúscula. Como una hormiguita que camina con un trocito de pan ajena a todo lo que ocurre sobre ella. Lo único que le importa es llevar ese trocito de pan al hormiguero. Sin embargo no es momento de pensar en hormigas. En realidad no es momento de pensar.


Miré de nuevo al cielo. Lejos. Oscuro. Y sobrecogedor.

Recordé noches de cuando era pequeña bajo el porche de la casa de mis tíos en la sierra. Miraba al cielo y me parecía tan grande. Le preguntaba a mi padre cosas sobre el universo. Me parecía mágico, misterioso. Sin embargo ahora me asustaba tanta inmensidad. No podía decir si algo había cambiado o no en aquel cielo. No es momento de buscar detalles. En realidad no es momento de buscar.

Miré de nuevo al cielo. Lejos. Oscuro. Y sobrecogedor.

Esta vez ningún pensamiento o idea cruzaba mi mente.
Había asumido que no era el momento.
No era mi momento.
¿O tal vez sí?

martes, 3 de abril de 2012

¿Por qué?

Se han cambiado los papeles. Es como si en un momento hubiese habido un cambio de guión antes de la función principal. Recuerdo que antes siempre iba detrás de ti perdidamente enamorada de ti. Sin embargo ahora no puedo quererte. Pero tampoco puedo dejarte. ¿Qué ocurre?

Precisamente cuando tú me quieres dudo. Y cuando tu dudabas yo te quería. ¿Qué me está pasando? ¿Por qué no puedes ver un futuro sin mí y sin embargo yo no puedo ver un futuro contigo? Porque tengo ganas de desaparecer y siento que todo es una mierda cuando es lo que siempre he deseado. ¿Por qué?

Confusión.

Solamente lo tengo todo claro cuando sueño. Solamente tengo una sensación de tranquilidad cuando desaparezco con la música o cuando me dejo llevar por mi imaginación. Cuando llevo nuestra canción al piano ya no siento la melodía parte de mí. No me dice nada. Es ajeno a mí ser. Y si yo me siento así. ¿Por qué me dices que no puedes vivir sin mí?

Por primera vez estoy en el lado contrario del que suelo estar. Y no sé qué hacer.

¿Por qué?

jueves, 15 de marzo de 2012

Una taza de amor por favor.

Miré desde detrás de la barra. La vi de nuevo, hablando con sus amigas. Riendo con esa melodiosa risa que tiene. Sabía que se llamaba Alexia, que tenía un año menos que yo y todas las tardes a las seis venía al bar a tomarse un café con sus amigas y a pasarse apuntes de la carrera. ¿Lo que ella sabía sobre mí? Que era el camarero del bar, y punto. Pero no me molestaba. Ella era una chica con suerte. Tenía una belleza inigualable, dinero, amigos, familia. Y yo no era más que un chico que intentaba salir adelante con todos sus problemas cargados a la espalda. Alguna vez que otra he sentido como que me miraba de reojo, en esos momentos me temblaban las manos de tal forma que sentía que estaba a un segundo de que todo lo que tuviese en las manos cayese al suelo. Sin embargo he evitado hacerme ilusiones sobre sus miradas furtivas, aunque claro, para un enamorado como yo es algo imposible. Y lo peor era cuando me acercaba a servir, que al ver como levantaba la cabeza y me miraba con esos ojos verdes y esbozaba una leve sonrisa mientras se llevaba con delicadeza a los labios la taza que apenas unos segundos antes había estado en mis manos. Se me derretía el corazón. Y cuando me llamaba a pedir la cuenta con esa dulce voz suya y al acercarme se apreciaba el dulce olor a frutas que emanaba su delicado pelo rubio sentía que el mundo entero se giraba para ver aquella diosa que por un segundo al día reclamaba mi atención.

-¡Despierta de donde quiera que estés chico! ¿No ves que tienes mesas que atender?-me gritó otro camarero sacándome de mi paraíso con una sonora palmada en la espalda. Rápidamente comencé a preparar los cafés para Alexia y sus amigas. Entonces, una brillante idea se me pasó por la cabeza. Y así comencé a preparar el café para mi amada.

El camino hasta su mesa se me hizo eterno. Pero no me acobardé cuando sus enormes ojos se clavaron en mí. Serví todos los cafés, dejando el suyo para el último. Y dedicándole la más sugerente de mis sonrisas me alejé con el corazón a mil por hora sintiendo como Alexia me miraba marchar, aunque no sé cuál era su expresión.

No fui capaz de volver a dejarme ver por ellas. Pero cuando se marcharon y pagaron la cuenta me acerqué antes que ningún otro a recoger la mesa. Y para mi sorpresa la indirecta de formar un corazón al cortar el café con la leche fue respondida con un montoncito de azúcar en la mesa con la silueta de otro corazón. Y así, comenzó la historia de amor más bonita que viví.

Yo la amargura del café
Ella la dulzura del azúcar.

Rabia

Entré de un portazo. Noté como la bola de fuego que sentía por dentro crecía y crecía, y por no quedarse ahí ascendía. Me sentía incomoda con todo lo que tenía alrededor, me dolían los pies de los zapatos. Me los quité y los tiré a un lado. El pelo se me había rizado a causa de la lluvia y lo sentía como un estropajo que magullaba mis mejillas encendidas. Me quité el abrigo y lo dejé en el suelo. A dos zancadas alcancé mi habitación. Ahora, el suave aroma a vainilla me parecía soso e inútil. Abrí la ventana. No pude más, como una cría empecé a aporrear los cojines que tenía en la cama mientras le gritaba a la almohada. Entonces me encontré con tus cartas, escondidas como siempre debajo del colchón, que se había movido de los saltos que había pegado. Las cogí, no pude evitar reírme sarcásticamente. ¿Cómo pude creer todas tus mentiras? Me reí de la antigua yo, tan inocente. Me eché de menos. Ese monstruo me había cambiado. Cogí el mechero y prendí fuego a las cartas. Observé como las llamas lamían el papel, consumiéndolo y convirtiéndolo en cenizas. Me encendí un cigarro y observé como también se consumía a causa del fuego.

-¿Esto era lo que querías?-pregunté al cielo sin esperar respuesta.-¿Qué me consumiese lentamente?

miércoles, 14 de marzo de 2012

Smile :)


Estaba de pie. Mirando a la nada. Con la boca cerrada y el ceño fruncido, intentando comprender a dónde se dirigía esa marea de gente que invade la ciudad los días previos a la navidad en el centro de Madrid. Hombres y mujeres iban y venían con el móvil en la mano, hablando de asuntos que él jamás llegaría a comprender. Niños de un lado a otro con pomperos o silbatos mientras sus agotadas madres corrían detrás de ellos. No sé si el estar escuchando en aquel mismo instante la canción de “Smile” influyó en algo o no. Pero en ese momento le comprendía, sabía lo que era sentirse completamente solo y perdido cuando en realidad estás rodeado de gente. Es agobiante no entender nada de lo que ocurre a tu alrededor. Y me propuse alegrarle el día, como fuese. Se notaba que era extranjero, de algún país del norte. No tendría más de catorce años y seguramente jamás había estado en una ciudad. Me acerqué a él. Todavía no estaba segura de qué le diría, ni tampoco tenía seguro si me iba a entender. Pero había que intentarlo, ¿no? Se percató de mis intenciones y agachó la cabeza. Que tímido parecía.

-Hola…-saludé llamando su atención. Me miró con cara extraña. Como había adivinado anteriormente no hablaba mi idioma. Probé con el inglés.-Hello.

-Hello.-respondió el chico con un acento extraño, se notaba que no pasaría de ahí. Me maldije a mi misma un millón de veces. Yo no hablaba su idioma ni el tampoco el mío. No nos entenderíamos jamás, y lo peor de todo es que ni siquiera podría ayudarle, ya que se le veía realmente triste.

-M…-comencé.-¿No hablas español?-pregunté gesticulando mucho. Me sentía como una completa imbécil.-¿Te has perdido? ¿Te puedo ayudar?-continué a pesar de todo. Al ver su expresión de extrañeza y sus ojos verdes clavados en mí intentando comprender al menos una palabra de lo que decía no pude evitar sonreír. Él chico me devolvió la sonrisa, confuso. Dijo algo en su idioma gesticulando también y me quedé pasmada, ¿Qué estaba intentando decir? Sonrió ampliamente mostrando sus dientes blancos y perfectos. He de reconocer que tenía una sonrisa preciosa.

-Me gusta tu sonrisa.-dije. El me miró divertido. Sin entender una palabra de lo que yo le decía. Le gustaba este juego, y a mí también.-Me…-dije mientras me señalaba a mí.-gusta…-continué mientras hacía un corazón con las manos.-tu…-proseguí señalándole.-sonrisa…-terminé dibujando con mis dedos una sonrisa en mi boca.

El chico rió. Se metió la mano en el bolsillo y sacó un rotulador. Se dibujó algo en la mano y me lo mostró. Había dibujado un “smily”, no pude evitar reírme. Cogí el rotulador y me dibujé uno igual en la mano. Sonrió y sonreí. En aquel momento sonó su teléfono. Me miró y lo cogió, empezó a hablar con alguien en su extraño idioma y apuntó algo en un papel. Al terminar me miró. Sonrió de nuevo y se despidió con la mano. Me acerqué a él y le abracé. Me había alegrado el día. Entonces se fue, para siempre. Todavía no se cómo se llama ni de donde es ni conozco absolutamente nada sobre su vida. Lo único que me queda de él es el recuerdo de su sonrisa y un papel que encontré días más tarde en mi abrigo en el que únicamente había escrito lo poco que aprendió conmigo.

Túneles


Abro los ojos, pero no soy capaz de sentirlos físicamente. Es cierto que veo con total precisión el entorno en donde me encuentro, con demasiada diría yo, es un lugar completamente desconocido para mí. Escalofriante y familiar al mismo tiempo. De cualquier forma no agradaba estar allí, pero no podía evitar seguir avanzando a pesar de no sentirme ni a mí misma. Por fin encuentro un motivo para detenerme. En un punto en que el camino se ramificaba en dos túneles, uno era muy luminoso y el otro escalofriantemente oscuro. Entre medias de los dos se podía disimular una figura, sentía que me estaba esperando.

Me acerqué, pero ni se inmutó. Eché un vistazo al túnel oscuro, no era apetecible seguir por allí así que opté por el luminoso. Sentía que esa acogedora luz me llamaba, quería acariciarme y yo quería dejarme llevar por ella. Cuando un rayo estaba a punto de rozar mi cara la figura que se encontraba al lado me tiró hacia atrás con un movimiento fuerte y casi inhumano. Acabé tumbada en el frío suelo de esa interminable cueva. Aquello era tan confuso… Sentía que el corazón me iba a estallar. Pero en cuanto descubrí el rostro de aquella persona el corazón se aceleró como nunca, saltó, exclamó, y no me salió del pecho porque en ese mismo instante me di cuenta. De que no tenía nada dentro. Nada. Ahogué un grito. Christian me estaba mirando y me tendió su mano. Yo retrocedí arrastrándome como podía por el suelo. No era posible, no paraba de negar con la cabeza, pero él seguía allí con su mano tendida hacia mí.

-Vamos, no tienes todo el día.-dijo serenamente. En ese instante, al oír la voz rompí a llorar. No desconsoladamente, sino más bien sollozos.- ¿Eso fue lo que pasó cuando me fui?-preguntó con una sonrisa.

Me levanté y le abracé con todas mis fuerzas. No fue un abrazo como recordaba que solía ser, cálido, acogedor, tranquilizador. Pero fue emocionante, no era físico pues en ese instante no nos encontrábamos físicamente, pero nuestras almas se fundieron como nunca, él estaba dentro de mí, y yo dentro de él. Era una bonita sensación. En aquel instante ya no me parecía tan confuso. Aquello debía de ser un sueño. Nada más que un sueño. Me di cuenta de que le echaba mucho de menos. Pegué mi mejilla contra la suya, otra lágrima más surcó mi rostro. Poco a poco nuestros labios se acercaron hasta que nos empezamos a besar, en ese instante sentí que todo mi universo giraba alrededor de nosotros. Su alma jugueteaba con la mía, me divertía y él se divertía. Reíamos en nuestro interior y compartíamos todas las anécdotas que acontecieron durante nuestra separación. No sé cuanto tiempo estuvimos así, pero a mí se me hizo demasiado corto. Pero todo, tiene que acabar y nos separamos.

-Te he echado de menos.-susurre. El sonrío.

-Ahora, tenemos que despedirnos.-respondió con una melancólica sonrisa. Aquello fue lo peor que podía haber dicho. Toda mi alegría se desvaneció por un instante.

-¡¿Qué?!-exclamé enfadada. No pensaba dejarle, después de todas las noches soñando con ese momento no quería tener que volver a perderle. No otra vez no.-No pienso volver a pasar por lo mismo. Quiero quedarme contigo. Para siempre.-me acerque a él, pero él me rehuyó.

-Y estaremos juntos, pero, aún no.-se le notaba triste, le comprendía, pero no quería creerle. Estoy cansada de sufrir.

-No sabes todo lo que he llorado, todo lo que he gritado tu nombre, todas las veces que me he despertado sintiéndote a mi lado para darme cuenta de que no estabas. Joder, ponte en mi lugar…

-¿Qué me ponga en tu lugar?-me cortó.-De acuerdo. Si estuviese en tu lugar me iría, porque sabes que estaré siempre aquí esperándote, que dentro de unos años volverás y yo estaré aquí sonriéndote. Y entonces, no te impediré nada. Me contarás todas tus experiencias, todo lo que has vivido. A las otras persona que hayas encontrado, los amores que tendrás, tus desdichas. Me presentarás a tus hijos, me contarás como te fue en el trabajo. Pero yo ya lo sabré, porque siempre he estado a tu lado. Y siempre lo estaré, y cada vez que sueñes conmigo quiere decir que estoy contigo, velando tus sueños. Y mi alma estará con la tuya, siempre.

-Jamás encontraré a nadie más.-dije con la voz entrecortada y los ojos llenos de lágrimas.

-Sí que lo harás, pero no me importa. Porque serás feliz y sé que nos reencontraremos. Así que ahora he de dejarte marchar. O si no será demasiado tarde. Hay mucha gente esperándote al final de túnel oscuro.-dijo señalando el túnel que tantos escalofríos me proporcionaba.

-¡¿Ese?!-grite asustada.-¿Acaso quieres matarme?

-Hum… no en ese caso te habría señalado el otro.-sonrió. Le miré enfadada.-Vamos no tengas miedo.

-¿Cómo no voy a tener miedo?-murmuré.-Parece muy peligroso…

-Así es la vida.-susurró. Y entonces comprendí, cuál era el objetivo de cada túnel. Y entonces perdí el miedo. Me despedí con la mano.

Sabía que jamás iba a olvidar aquella imagen que poco a poco se veía más borrosa hasta desaparecer en la nada. Dejándome de nuevo a solas en la más inmensa oscuridad.

martes, 13 de marzo de 2012

Time

Nada es realmente como es, ni cómo será, ni como fue. Es solo lo que queremos que sea, o quizás necesitemos ver. Por eso el pasado es doloroso, porque recordamos momentos mejores, que jamás podremos volver a vivir, momentos peores que nos amargan con los antiguos sentimientos de la ocasión. El futuro nos hace soñar, todo allí es brillante, para luego hacernos ves lo que en realidad depara… y nos hace sufrir. Por eso prefiero vivir el presente, donde las cosas que te hacen daño se quedan pasadas donde no hay que volver a mirar jamás, por mucho que cueste mientras que el futuro es un misterio que se desvela poco a poco y al que te enfrentas con una sonrisa.

Aquella mañana...


La luz comenzaba a filtrarse de nuevo por las ventanas, los primeros rayos de sol hicieron que levantase la cabeza del libro. Otra noche en vela releyendo el último libro de Laura Gallego mientras poco a poco se iban consumiendo los palitos de incienso que tanta tranquilidad transmitían. Eché una mirada a la taza de café que reposaba en mi mesita. Con un suspiro me levante a llenarla mientras me rehacía el despeinado moño que adornaba mi cabeza. Absorta en mis pensamientos no me percaté de la figura que esperaba serena y de pie en una esquina, así, mientras cogía la cafetera esta figura se acercó a mí como un gato y con un murmullo en un abrir y cerrar de ojos sentí el frío de el filo de un pequeño cuchillo reposar sobre mi garganta, desafiante, mientras la otra mano me acercaba hacía el misterioso hombre por la cintura. La jarra de café se me resbaló de las manos y con un estruendo cayó al suelo derramando todo su contenido y rompiéndose en mil pedazos, varios de los cuales se clavaron en mis pies descalzos. Levanté temerosa la mirada y me encontré de lleno con dos ojos azules que se clavaban en mí. Me estremecí, confusa del terror que sentía y la atracción que causaba aquella mirada.

-Tienes unos ojos realmente bonitos.-me susurró al oído el misterioso intruso- Dos enormes pozos oscuros que misteriosamente irradian una luz cautivadora que hace que el más temido de los asesinos caiga a tus pies.-prosiguió. Sus palabras me confundían, tenía ganas de gritarle que quién narices era, quién se creía para entrar en casas ajenas y qué esperaba de mí. Pero tras haber escuchado de sus labios la palabra “asesino” las palabras simplemente se negaban a salir de mi boca y se quedaron agazapadas en mi garganta.-Lástima que en unos breves instantes se conviertan en dos luceros apagados y sin vida. Una pena…

Ahogué un grito. Me iba a asesinar, aquel hombre me iba a asesinar. Las piernas me temblaron y las lágrimas luchaban por salir de mis ojos. Pero mi cuerpo no iba a permitirlo. Básicamente porque me sentía incapaz de mover un músculo o de articular una sola palabra. Me ha envenenado pensé me ha paralizado o algo así. Esta no soy yo. Pasaron los minutos y yo esperaba que el cuchillo se clavase letalmente en mi piel. Pero no ocurrió nada de eso simplemente nos encontrábamos en la misma postura que al principio. El hombre esperaba a que yo reaccionase, así que me armé de todo el valor que puede encontrar en lo más profundo de mí ser.

-Quién… ¿Quién… quién eres?-conseguí murmurar tras un enorme esfuerzo.

-¿No me reconoces?-sonrío misteriosamente el hombre.-Quizás tenga que refrescarte la memoria.-sacó del bolsillo una bolsita de terciopelo y la puso delante de mis ojos. Se me paró por un instante el corazón. Me acordé de aquella bolsa, dentro había varios diamantes que valía una fortuna. Pero si era aquella bolsa el hombre debería de ser… no puede ser, no… De aquello hace ya mucho… Más de cuatro años. No… debería de estar…-¿Muerto? Sé lo que estas pensando. Sí, te encargaste muy bien de todo lo que se te encomendó. Pero te olvidaste de mí. Nunca se debe dejar nada al azar señorita. Creo que eso siempre quedó muy claro desde que entraste en el juego. Pero claro, de aquello hace tanto, ¿verdad? Sin embargo lo que para ti no fue más que abandonar a un” buscado por la ley” a su suerte para mí fue un verdadero infierno. Desde el principio sabías que estabas colaborando con gente de la que uno no se puede fiar. Sin embargo mientras yo caí tú saliste inmune de todos tus asesinatos. Ahora llegó la hora, mi hora, mi venganza.-se rió suavemente mientras yo sentía que se me caía el mundo encima. Se acercó más a mí pegando su cuerpo contra el mío. Esto me hizo recordar tiempos lejanos para mí, pero al parecer muy cercanos para él. Un millón de sensaciones contradictorias se desbordaban según se iba acercando más y más a mi cuerpo.

-Y pensar que estaba enamorado de ti.-me susurró dulcemente al oído. Entonces recordé todo, absolutamente todo. Los complots, los asesinatos, la banda, tratos ilegales, tratos legales, opiniones… pero sobre todo un amor imposible y las visitas furtivas entre dos enamorados de cada bando. Que por el día debían estar enemistados, pero por la noche se escapaban para demostrarse su amor. La historia más bonita que jamás viví. Dos lágrimas surcaron mi rostro. Su deber fue matarme, jamás lo hizo… Pero ahora nada se lo impedía. Ahora yo ya no pertenecía al bando contrario, pero sin embargo yo estaba en una isla y él perdido en el mar. Por mi culpa. Miré de nuevo sus ojos azules buscando si seguía sintiendo lo mismo que antaño y acabé perdiéndome de nuevo en ellos. Colocó su mano en mi cabeza, enredando sus dedos en mi pelo deshaciendo el moño y dejando mi pelo completamente libre cayendo por mi espalda. Colocó la otra mano en mi cintura, con el cuchillo. Se me erizaron los pelos de la nuca cuando suavemente me acarició delicadamente la espalada con el frío acero. Entonces inesperadamente me besó. Sentí una oleada de recuerdos, de todos nuestros besos anteriores, inigualables a este. Ahora estaba segura de que le quería más que a nada. Bebí de aquel beso como si fuera el último, porque lo fue.

Clavó el cuchillo en mi espalda, sin dejar de besarme, y así lentamente morí en sus brazos.

Poniendo punto y final a una historia que un día terminó con final abierto.

lunes, 20 de febrero de 2012

Nanana

Se notaba que estaba completamente perdida, la gente bailaba a su alrededor con soltura, cantaba y gritaba. Pero ella esperaba callada. No comprendía por qué se sentía así, aquella era su gente, su música, su ambiente. Sin embargo se sentía incapaz de mantener una conversación ya que la música le evitaba escuchar al de enfrente. ''Comprendo por qué a Ted no le gustan las discotecas" esto fue lo único que se le cruzaba por la mente. Entonces vió unos ojos claros que la observaban fijamente, en el centro donde todo el mundo bailaba descontroladamente al son del hardcore de la banda underground que tocaba en el escenario. Se atrevió a adentrarse en la pista, bailoteando torpemente pero sin perder un mínimo de su encanto. Entonces explotó. Todo explotó. Su rencor, el odio, la tristeza, la tímidez, el miedo desapareció mientras toda la gente gritaba al unísono "Na na na na na na na na na...." Ella gritó fuerte, y ya no estaba sola entre toda esa gente, volvía a formar parte de su familia. Se dejó llevar, jugando con esos ojos claros.
"Everybody wants to change the world..."

domingo, 8 de enero de 2012

Mar de gente

Andando por la calle me dí cuenta de mi error. Al ver la cantidad de gente que circulaba aquel día por Gran Vía mi cabeza empezó a volar lejos. Me dejaba arrastrar por ese mar de gente, sin saber a donde iba, ni a dónde llevaría a parar. Pero no me importaba. Si todo el mundo iba hacia allí supuse que era el lugar correcto. No tenía visualizada una meta, ni tiempo. Mis piernas caminaban por caminar, y no paraban porque la gente me engulliría y acabaría por desaparecer. Pero de repente, sin previo aviso se me cruzó una imagen de tu rostro en mi mente. Aquello me hizo parar en seco. Mirar alrededor. Vi las caras de la gente. Ya no veía aquello como una masa de personas, si no como personas perdidas sin ningún tipo de objetivo. Que no paraban por no quedarse atrás, que seguían al resto sin tener ningún tipo de criterio por miedo a dejar de formar parte de algo. Y entonces me di cuenta de que me había parado, la gente caminaba y yo estaba quieta. Tenía en mis manos elegir el rumbo, a favor de la marea... o a contra corriente. Recordé tus ojos grises, tu pelo negro, tu piel blanca y tus labios sonrosados. Aquello me hizo enfrentarme a lo que tanto tiempo había temido. Comencé a caminar en sentido contrario, a empujones con la gente y cuesta arriba. Nadie parecía querer ayudarme y todo era complicado. Pero, de aquella marea de gente yo era diferente, tenía un propósito... tú

Y así, a contra de todos llegué a tu lado, y no quiero separarme de allí jamás. Aún tengo tiempo para arreglarlo.


sábado, 7 de enero de 2012

Te quiero.

No te enfades si no te digo "Te quiero", es solo que esas dos palabras me parecen poco para expresar todo lo que siento por tí
.

jueves, 5 de enero de 2012

hace tiempo...

Hace tiempo que no me acechaba, que no sentía que me faltaba el aire.

Hace tiempo, que no sentia ese agobio que en el fondo me hacia sonreir y a la vez entristecerme.

Hace tiempo que no sonreia como una tonta ni sentia esa presión en la tripa para seguidamente deprimirme y sentirme tentada a echarlo todo por la borda.

Ultimamente todo me recuerda a un mismo olor, a una misma voz, a un mismo nombre. No se que es lo que me ocurre, solo se que desde que llegaste tu todo a vuelto a mí.
Que la esperanza de volver a verte es lo que me hace levantarme, el recuerdo de tu sonrisa sonreir durante el día, el recuerdo de tus besos me acuna por las noches. Y asi mi dia gira en torno a tí.

Hace tiempo, que el amor no llamaba a mi puerta.

Para empezar




Para empezar este blog empezare con un pequeño salto. Un salto puede llevar a numerosas partes, ya sea hacia abajo como hacia arriba, delante o atrás... Pero yo no me refiero a ese tipo de saltos. Yo me refiero, a cuando te encuentras delante de un precipicio profundo donde es imposible ver el final. No sabes lo que te deparará abajo y entonces es cuando tu cabeza empieza a pensar.
Un extraño impulso te lleva a dejarte caer, te dice "ve, ve" "salta" y nos sentimos realmente tentados. Hay algunos locos que lo hacen, saltan, otros en cambio escuchan a la razón y no se atreven ni a asomarse. ¿Qué es mejor? No lo se... solo puedo pensar en si dejaría todo lo que he conseguido, todo por lo que e luchado y que estoy a un paso de tirar. ¿Merece la pena? Si caes, puedes encontrar lo que siempre has buscado, o simplemente, darte un tortazo. Pero ahora bien, todo sería más facil con alguien abajo, esperando para recogernos si nos hacemos daño. Pero muchos estan solos, y siguen sin tener miedo por saltar. ¿Son cobardes los que no saltan? Depende de como lo mires, algunos se tiran únicamente por huir de la rutina, de lo que le ata a la tierra. Quizás abajo hayen la felicidad, quizas... no haya que subir... Quizas solo tengamos que dar un pequeño salto con nuestro esfuerzo y dejarnos caer.

Ahora ponte en situación.

Delante tienes un precipicio.




¿Saltamos?

3

2

1

...

GO!