miércoles, 14 de marzo de 2012
Túneles
Abro los ojos, pero no soy capaz de sentirlos físicamente. Es cierto que veo con total precisión el entorno en donde me encuentro, con demasiada diría yo, es un lugar completamente desconocido para mí. Escalofriante y familiar al mismo tiempo. De cualquier forma no agradaba estar allí, pero no podía evitar seguir avanzando a pesar de no sentirme ni a mí misma. Por fin encuentro un motivo para detenerme. En un punto en que el camino se ramificaba en dos túneles, uno era muy luminoso y el otro escalofriantemente oscuro. Entre medias de los dos se podía disimular una figura, sentía que me estaba esperando.
Me acerqué, pero ni se inmutó. Eché un vistazo al túnel oscuro, no era apetecible seguir por allí así que opté por el luminoso. Sentía que esa acogedora luz me llamaba, quería acariciarme y yo quería dejarme llevar por ella. Cuando un rayo estaba a punto de rozar mi cara la figura que se encontraba al lado me tiró hacia atrás con un movimiento fuerte y casi inhumano. Acabé tumbada en el frío suelo de esa interminable cueva. Aquello era tan confuso… Sentía que el corazón me iba a estallar. Pero en cuanto descubrí el rostro de aquella persona el corazón se aceleró como nunca, saltó, exclamó, y no me salió del pecho porque en ese mismo instante me di cuenta. De que no tenía nada dentro. Nada. Ahogué un grito. Christian me estaba mirando y me tendió su mano. Yo retrocedí arrastrándome como podía por el suelo. No era posible, no paraba de negar con la cabeza, pero él seguía allí con su mano tendida hacia mí.
-Vamos, no tienes todo el día.-dijo serenamente. En ese instante, al oír la voz rompí a llorar. No desconsoladamente, sino más bien sollozos.- ¿Eso fue lo que pasó cuando me fui?-preguntó con una sonrisa.
Me levanté y le abracé con todas mis fuerzas. No fue un abrazo como recordaba que solía ser, cálido, acogedor, tranquilizador. Pero fue emocionante, no era físico pues en ese instante no nos encontrábamos físicamente, pero nuestras almas se fundieron como nunca, él estaba dentro de mí, y yo dentro de él. Era una bonita sensación. En aquel instante ya no me parecía tan confuso. Aquello debía de ser un sueño. Nada más que un sueño. Me di cuenta de que le echaba mucho de menos. Pegué mi mejilla contra la suya, otra lágrima más surcó mi rostro. Poco a poco nuestros labios se acercaron hasta que nos empezamos a besar, en ese instante sentí que todo mi universo giraba alrededor de nosotros. Su alma jugueteaba con la mía, me divertía y él se divertía. Reíamos en nuestro interior y compartíamos todas las anécdotas que acontecieron durante nuestra separación. No sé cuanto tiempo estuvimos así, pero a mí se me hizo demasiado corto. Pero todo, tiene que acabar y nos separamos.
-Te he echado de menos.-susurre. El sonrío.
-Ahora, tenemos que despedirnos.-respondió con una melancólica sonrisa. Aquello fue lo peor que podía haber dicho. Toda mi alegría se desvaneció por un instante.
-¡¿Qué?!-exclamé enfadada. No pensaba dejarle, después de todas las noches soñando con ese momento no quería tener que volver a perderle. No otra vez no.-No pienso volver a pasar por lo mismo. Quiero quedarme contigo. Para siempre.-me acerque a él, pero él me rehuyó.
-Y estaremos juntos, pero, aún no.-se le notaba triste, le comprendía, pero no quería creerle. Estoy cansada de sufrir.
-No sabes todo lo que he llorado, todo lo que he gritado tu nombre, todas las veces que me he despertado sintiéndote a mi lado para darme cuenta de que no estabas. Joder, ponte en mi lugar…
-¿Qué me ponga en tu lugar?-me cortó.-De acuerdo. Si estuviese en tu lugar me iría, porque sabes que estaré siempre aquí esperándote, que dentro de unos años volverás y yo estaré aquí sonriéndote. Y entonces, no te impediré nada. Me contarás todas tus experiencias, todo lo que has vivido. A las otras persona que hayas encontrado, los amores que tendrás, tus desdichas. Me presentarás a tus hijos, me contarás como te fue en el trabajo. Pero yo ya lo sabré, porque siempre he estado a tu lado. Y siempre lo estaré, y cada vez que sueñes conmigo quiere decir que estoy contigo, velando tus sueños. Y mi alma estará con la tuya, siempre.
-Jamás encontraré a nadie más.-dije con la voz entrecortada y los ojos llenos de lágrimas.
-Sí que lo harás, pero no me importa. Porque serás feliz y sé que nos reencontraremos. Así que ahora he de dejarte marchar. O si no será demasiado tarde. Hay mucha gente esperándote al final de túnel oscuro.-dijo señalando el túnel que tantos escalofríos me proporcionaba.
-¡¿Ese?!-grite asustada.-¿Acaso quieres matarme?
-Hum… no en ese caso te habría señalado el otro.-sonrió. Le miré enfadada.-Vamos no tengas miedo.
-¿Cómo no voy a tener miedo?-murmuré.-Parece muy peligroso…
-Así es la vida.-susurró. Y entonces comprendí, cuál era el objetivo de cada túnel. Y entonces perdí el miedo. Me despedí con la mano.
Sabía que jamás iba a olvidar aquella imagen que poco a poco se veía más borrosa hasta desaparecer en la nada. Dejándome de nuevo a solas en la más inmensa oscuridad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario