martes, 13 de marzo de 2012

Aquella mañana...


La luz comenzaba a filtrarse de nuevo por las ventanas, los primeros rayos de sol hicieron que levantase la cabeza del libro. Otra noche en vela releyendo el último libro de Laura Gallego mientras poco a poco se iban consumiendo los palitos de incienso que tanta tranquilidad transmitían. Eché una mirada a la taza de café que reposaba en mi mesita. Con un suspiro me levante a llenarla mientras me rehacía el despeinado moño que adornaba mi cabeza. Absorta en mis pensamientos no me percaté de la figura que esperaba serena y de pie en una esquina, así, mientras cogía la cafetera esta figura se acercó a mí como un gato y con un murmullo en un abrir y cerrar de ojos sentí el frío de el filo de un pequeño cuchillo reposar sobre mi garganta, desafiante, mientras la otra mano me acercaba hacía el misterioso hombre por la cintura. La jarra de café se me resbaló de las manos y con un estruendo cayó al suelo derramando todo su contenido y rompiéndose en mil pedazos, varios de los cuales se clavaron en mis pies descalzos. Levanté temerosa la mirada y me encontré de lleno con dos ojos azules que se clavaban en mí. Me estremecí, confusa del terror que sentía y la atracción que causaba aquella mirada.

-Tienes unos ojos realmente bonitos.-me susurró al oído el misterioso intruso- Dos enormes pozos oscuros que misteriosamente irradian una luz cautivadora que hace que el más temido de los asesinos caiga a tus pies.-prosiguió. Sus palabras me confundían, tenía ganas de gritarle que quién narices era, quién se creía para entrar en casas ajenas y qué esperaba de mí. Pero tras haber escuchado de sus labios la palabra “asesino” las palabras simplemente se negaban a salir de mi boca y se quedaron agazapadas en mi garganta.-Lástima que en unos breves instantes se conviertan en dos luceros apagados y sin vida. Una pena…

Ahogué un grito. Me iba a asesinar, aquel hombre me iba a asesinar. Las piernas me temblaron y las lágrimas luchaban por salir de mis ojos. Pero mi cuerpo no iba a permitirlo. Básicamente porque me sentía incapaz de mover un músculo o de articular una sola palabra. Me ha envenenado pensé me ha paralizado o algo así. Esta no soy yo. Pasaron los minutos y yo esperaba que el cuchillo se clavase letalmente en mi piel. Pero no ocurrió nada de eso simplemente nos encontrábamos en la misma postura que al principio. El hombre esperaba a que yo reaccionase, así que me armé de todo el valor que puede encontrar en lo más profundo de mí ser.

-Quién… ¿Quién… quién eres?-conseguí murmurar tras un enorme esfuerzo.

-¿No me reconoces?-sonrío misteriosamente el hombre.-Quizás tenga que refrescarte la memoria.-sacó del bolsillo una bolsita de terciopelo y la puso delante de mis ojos. Se me paró por un instante el corazón. Me acordé de aquella bolsa, dentro había varios diamantes que valía una fortuna. Pero si era aquella bolsa el hombre debería de ser… no puede ser, no… De aquello hace ya mucho… Más de cuatro años. No… debería de estar…-¿Muerto? Sé lo que estas pensando. Sí, te encargaste muy bien de todo lo que se te encomendó. Pero te olvidaste de mí. Nunca se debe dejar nada al azar señorita. Creo que eso siempre quedó muy claro desde que entraste en el juego. Pero claro, de aquello hace tanto, ¿verdad? Sin embargo lo que para ti no fue más que abandonar a un” buscado por la ley” a su suerte para mí fue un verdadero infierno. Desde el principio sabías que estabas colaborando con gente de la que uno no se puede fiar. Sin embargo mientras yo caí tú saliste inmune de todos tus asesinatos. Ahora llegó la hora, mi hora, mi venganza.-se rió suavemente mientras yo sentía que se me caía el mundo encima. Se acercó más a mí pegando su cuerpo contra el mío. Esto me hizo recordar tiempos lejanos para mí, pero al parecer muy cercanos para él. Un millón de sensaciones contradictorias se desbordaban según se iba acercando más y más a mi cuerpo.

-Y pensar que estaba enamorado de ti.-me susurró dulcemente al oído. Entonces recordé todo, absolutamente todo. Los complots, los asesinatos, la banda, tratos ilegales, tratos legales, opiniones… pero sobre todo un amor imposible y las visitas furtivas entre dos enamorados de cada bando. Que por el día debían estar enemistados, pero por la noche se escapaban para demostrarse su amor. La historia más bonita que jamás viví. Dos lágrimas surcaron mi rostro. Su deber fue matarme, jamás lo hizo… Pero ahora nada se lo impedía. Ahora yo ya no pertenecía al bando contrario, pero sin embargo yo estaba en una isla y él perdido en el mar. Por mi culpa. Miré de nuevo sus ojos azules buscando si seguía sintiendo lo mismo que antaño y acabé perdiéndome de nuevo en ellos. Colocó su mano en mi cabeza, enredando sus dedos en mi pelo deshaciendo el moño y dejando mi pelo completamente libre cayendo por mi espalda. Colocó la otra mano en mi cintura, con el cuchillo. Se me erizaron los pelos de la nuca cuando suavemente me acarició delicadamente la espalada con el frío acero. Entonces inesperadamente me besó. Sentí una oleada de recuerdos, de todos nuestros besos anteriores, inigualables a este. Ahora estaba segura de que le quería más que a nada. Bebí de aquel beso como si fuera el último, porque lo fue.

Clavó el cuchillo en mi espalda, sin dejar de besarme, y así lentamente morí en sus brazos.

Poniendo punto y final a una historia que un día terminó con final abierto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario