Y así, a contra de todos llegué a tu lado, y no quiero separarme de allí jamás. Aún tengo tiempo para arreglarlo.
domingo, 8 de enero de 2012
Mar de gente
Andando por la calle me dí cuenta de mi error. Al ver la cantidad de gente que circulaba aquel día por Gran Vía mi cabeza empezó a volar lejos. Me dejaba arrastrar por ese mar de gente, sin saber a donde iba, ni a dónde llevaría a parar. Pero no me importaba. Si todo el mundo iba hacia allí supuse que era el lugar correcto. No tenía visualizada una meta, ni tiempo. Mis piernas caminaban por caminar, y no paraban porque la gente me engulliría y acabaría por desaparecer. Pero de repente, sin previo aviso se me cruzó una imagen de tu rostro en mi mente. Aquello me hizo parar en seco. Mirar alrededor. Vi las caras de la gente. Ya no veía aquello como una masa de personas, si no como personas perdidas sin ningún tipo de objetivo. Que no paraban por no quedarse atrás, que seguían al resto sin tener ningún tipo de criterio por miedo a dejar de formar parte de algo. Y entonces me di cuenta de que me había parado, la gente caminaba y yo estaba quieta. Tenía en mis manos elegir el rumbo, a favor de la marea... o a contra corriente. Recordé tus ojos grises, tu pelo negro, tu piel blanca y tus labios sonrosados. Aquello me hizo enfrentarme a lo que tanto tiempo había temido. Comencé a caminar en sentido contrario, a empujones con la gente y cuesta arriba. Nadie parecía querer ayudarme y todo era complicado. Pero, de aquella marea de gente yo era diferente, tenía un propósito... tú
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario