Estaba de nuevo tumbada en su cama, con la cabeza agachada y un móvil viejo y desgastado entre las manos. Releía una y otra vez los últimos mensajes. Había aprendido una cosa, algo que ya le venían diciendo desde hace mucho. Pero ella jamás había hecho caso.
- No te fíes de nadie, ni de ti mismo.
-¿Y de ti?
-Mucho menos de mí.
¿Por qué no aplicó ese patrón a todo el mundo? ¿Por qué confió plenamente en él cuando le dijo “Te lo prometo”?
“Jamás creas una promesa, porque desgraciadamente las personas cambian y no vas a poder fiarte. Y caerás en el error una y otra vez. El mundo está plagado de gente sin personalidad que te suplantará para engañarte y dejarte tirado y ser feliz entre donde tu eras feliz. No caigas de nuevo, no caigas”
Tecleó rápidamente en su pantallita del móvil, guardó. Ahí guardaba sus consejos para el futuro. Aunque jamás hacía caso a los consejos, ni siquiera a los suyos. Volverá a confiar en quién le diga “Te lo prometo” y volverá a sentarse en ese mismo lugar a escribirse otra nota de recuerdo. ¿Cuál será el record? Ella ya llevaba 50.